La arqueología de la basura

basura en la ciudad

A principios de los años 90, un arqueólogo, Williamc Rathje publicó un llamativo libro: Rubbish! The Archaeology of Garbage, con Cullen Murphy como co-autor. Desde entonces, se ha ido conociendo, especialmente en el mundo anglosajón, lo que se ha denominado, un tanto eufemísmamente, como “arqueología urbana actual”, consistente en estudiar, desde los métodos propios de la disciplina arqueológica, las actuales sociedades humanas. ¿Y cómo se hace eso? ¿Acaso la arqueología no consiste en el estudio de sociedades del pasado enterradas bajo tierra? Pues en verdad no hace falta palas y máquinas para excavar; solo se necesita unos guantes, una mascarilla -si se quiere- y el espíritu del noble oficio del chatarrero: ir a los vertederos y contenedores de basura de las calles. Especialmente a los basureros, que es donde se ha dado más este tipo de “investigación de campo”.

Sí, la Arqueología Urbana que practicó y teorizó Rathje es una arqueología de la basura. Si los arqueólogos ya tenían mala fama en las facultades por ser imaginados como los peor vestidos, llenos de tierra y con las manos negras, esto contribuye a su desdichada fama: ahora serán imaginados con un plátano sobre la cabeza y unas manos ya no negras, sino grasientas. Aun así, el arqueólogo de la basura no siempre se dedica a los actuales vertederos: opcionalmente puede especializarse en los depósitos de desechos de épocas pretéritas. Muchos arqueólogos convencionales ya lo han hecho, y es que la basura de cada sociedad dice mucho. Quizás sea lo que más diga, al revelar sus condiciones materiales cotidianas y más convencionales.

 

Según Rathje, el arqueólogo desvela muchos mitos que no son ciertos: que el plástico es un gran problema; que estamos produciendo más basura por persona que nunca; o que el papel se deteriora rápidamente en los vertederos. Asimismo, comprende que todas las civilizaciones de la Historia han tratado su basura del mismo modo: la han quemado, desechado, reciclado y, por supuesto, han procurado intentar reducir el potencial volumen de basura futura. Y ven la confirmación de la ironía que dijo Melosi en Garbage in the city: el capitalismo de laissez-faire ha dado lugar a una especie de “socialismo municipal” donde las ciudades se han visto forzadas, por primera vez en su historia, a la planificación de sus residuos y su tratamiento como problemática sanitaria, a un nivel totalmente público. Rathje y su obra comparte un sinfín de ironías semejantes, que sin duda ha aumentado el interés por sus teorías.

 

Algunos de los proyectos de Rathje fue intentar crear un censo de la población a través de la basura, problema complejo pero que le resultaba sumamente interesante. Pero lo fundamental de su Proyecto Basura era recoger, catalogar y registrar sistemáticamente los desechos humanos. Inventó la palabra “garbology” (“basurología”) para referirse a los estudios sobre los desechos que se pueden realizar tanto para las sociedades del pasado como, y sobre todo, para las actuales. La complejidad de su línea de investigación le llevó a elaborar una Enciclopedia de conceptos y términos propios de la basurología.

 

Era inevitable que las preocupaciones sociales de las que se desprende los estudios arqueológicos de los desechos contemporáneos llevase a personas como Rathje al activismo, especialmente por las cuestiones medioambientales. Su libro escrito con Robert Lilienfeld Use Less Stuff es prueba de ese compromiso del arqueólogo con las problemáticas sociales. En los párrafos de Rathje son frecuentes las menciones a cantidades de dólares y lo que supone económicamente para la población los gastos de la basura. Muchas de las razones que explican nuestra conducta respecto a los desechos en distintas épocas y lugares se deben remitir también al dinero, y no solo a la cultura ideológica -que también-.

 

Podemos interpretar los estudios de la Arqueología de la Basura como la vertiente arqueológica de los estudios medioambientales. En Historia prospera lo que se ha denominado como la “Historia Ambiental”, que no es lo mismo que la Ecológica: esta última hace una referencia a una conciencia humana para cuidar el medio ambiente; la historia ambiental pretende abarcar la realidad del registro histórico de lo que ha pasado en el medio ambiente, y no solo la respuesta humana a los abusos contra la naturaleza. De esta forma podemos ver obras como De los bosques a los cañaverales del historiador cubano Reinaldo Funes, en el que se explica la brutal deforestación de la isla de Cuba por el colonialismo español y la industria azucarera. El conocimiento de la capacidad humana y ambiental se traduce de esta forma en la Arqueología, para ayudarnos a abarcar un conocimiento del Medio Ambiente que nos pueda ayudar no a la supervivencia de la Tierra, sino a la de nuestra propia especie, que es la que en realidad está amenazada, y no un mundo que ya ha sufrido varias extinciones y daños aún muy superiores a lo que hemos podido hacer los humanos hasta ahora.

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