Un amigable vecino de Nueva York que protege a sus ciudadanos al combatir el crimen mediante su “agilidad y fuerza proporcional de un arácnido” (Amazing Fantasy. Marvel, 1962). Esa es la premisa con la que Spider-Man (en español, Hombre Araña) es presentado por Marvel Comics el 10 agosto de 1962. Casi 60 años desde su introducción, Spider-Man se encuentra en uno de los picos de popularidad más altos de su historia al llegar a cines la esperada Spider-Man: No Way Home, película que genera una gran expectativa entre sus fanáticos, lo que provocó una ola de teorías sobre su trama y los posibles regresos de Tobey Maguire y Andrew Garfield interpretando sus respectivas versiones de Peter Parker junto a Tom Holland.
Pero ¿por qué, después de casi seis décadas, Spider-Man todavía mantiene su relevancia? ¿Cómo medir el impacto del personaje en la cultura de masas? ¿Qué aspectos sociológicos lo convirtieron en la “mascota” de Marvel?
Para responder estas interrogantes, primero hay que analizar el personaje, el contexto histórico en el que se introdujo y lo que representa para las personas.
El marco histórico en el que nacen los superhéroes
Álvaro Pons se refirió a los cómics como un poderoso instrumento de expresión, un arte que representa la definición de la cultura popular. “El cómic se hace costumbrista por necesidad, porque sus artistas son gente de la calle que cuenta las historias que ve a su alrededor, convirtiéndose no solo en un poderoso medio de denuncia, también en una forma invaluable de analizar y estudiar la sociedad de cada época” (Pons, 2019). De esta forma, los cómics evolucionaron en la historia para convertirse en una “herramienta sociológica de amplio espectro de potencialidades”.
La idea de personajes con poderes y habilidades sobrenaturales nace en un contexto de guerras y crisis financieras. Los superhéroes aparecen como respuesta creativa a momentos históricos como la Gran Depresión (1929) y la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), ante el incremento en los índices de criminalidad y la imposición de ideologías totalitarias en Europa; por ello, surge la creación de superhéroes con principios y valores éticos basados en el patriotismo estadounidense. La idea de tener figuras que promovieran la lucha contra el crimen y el rescate de la moral se asentó rápidamente entre públicos desgatados por las crisis. Como lo explicó Jordi Giner Monfort (2019) las historias de superhéroes “se constituyen en una señal de la necesidad de avanzar, de imaginarnos en nuestra mejor versión y también la más justa”.
Sin embargo, después de estos eventos, se vivió un período de calma que provocó un limbo en la actividad de las figuras heroicas de la época, hasta que finalmente llegaron los años 60.
La nueva decada
Esta nueva década trajo consigo luchas sociales por la igualdad de derechos, lo que permitió un nuevo auge de superhéroes “inadaptados” y de diferentes etnias que también podían salvar al mundo, como es el caso de los mutantes (X-Men) y Pantera Negra. Conforme sucedían nuevos eventos políticos, sociales o económicos, los cómics tenían un nuevo personaje que presentar al público. Lo mismo ocurrió con los personajes femeninos.
Aunque los cómics y sus protagonistas resultaran de los contextos históricos en los que se publicaban, aún se mantenía un factor común entre los superhéroes que impedía el establecimiento de una conexión más profunda con sus lectores más jóvenes: la posibilidad de lograr que un niño o adolescente se identificara con un personaje basado en un reflejo de sí mismo. Un superhéroe más humano y complejo.
¿Un superhéroe adolescente?
Spider-Man rompió el molde de los superhéroes de la época en la que fue introducido a los cómics. La razón es simple: su edad. Peter Parker es un adolescente promedio. Está en la etapa de la vida en la que se cometen más errores mientras se termina de formar la identidad del individuo. Su concepción fue todo un éxito, ya que su llegada coincidió con la captación de lectores más jóvenes, quienes rápidamente se identificaron con el estudiante de secundaria que tenía problemas típicos de adolescente, pero a su vez combatía el crimen en su ciudad.
El Hombre Araña logró conectar con una audiencia acostumbrada a leer sobre superhéroes construidos desde perspectivas más adultas (como Batman), lo que ya tenía un efecto en los lectores más jóvenes al verlos como figuras paternales u hombres “perfectos”, no como personas con las que se identificarían. Estos personajes les recordaban que tenían que crecer cuando aún estaban aprendiendo a lidiar con sus emociones, asemejándose entonces a Peter Parker. Aunque la publicación de Spider-Man generó debate entre sus creadores y editores, la respuesta del público fue positiva, lo que otorgó la primera victoria para Marvel con el superhéroe arácnido.
A pesar de su exitosa introducción, no basta con ser un personaje novedoso para mantenerse en el tiempo. Entonces ¿qué hizo Spider-Man para lograrlo?
La relevancia ilimitada
Para múltiples dibujantes y escritores del género, la continuidad es la llave de la relevancia duradera. Desde que los cómics de superhéroes comenzaron a ser populares en el siglo XX, la prolongación de las historias de sus protagonistas permitió convertirlos en figuras exitosas durante décadas, manteniendo millones de compradores alrededor del mundo. Además, a lo largo del mismo siglo, presentaron a los personajes en formatos nunca antes vistos, como las películas seriales en medio de la Segunda Guerra Mundial o las grandes producciones cinematográficas como Superman (1978).
Sin embargo, los cómics llegaron al punto de ser complicados de entender para nuevos lectores. Para finales de los 90s, las historias habían avanzado considerablemente, añadiendo líneas temporales y universos diferentes a los originalmente planteados en sus primeros volúmenes. Spider-Man aún mantenía su autenticidad que generaba empatía con la audiencia como el “desmitificador del denominador común”, logrando ser la inspiración de nuevos personajes y la humanización de otros, no solo en Estados Unidos, también en Japón. A pesar de ello, el personaje estaba a punto de ser uno de los protagonistas de un antes y después en la historia de los superhéroes.
El superhéroe en la gran pantalla
Al principio de su historia, los superhéroes y el cine no terminaban de encajar juntos. El séptimo arte no alcanzaba presentarlos como algo más allá de lo insustancial. Finalmente, en la primera década del nuevo milenio, tres directores marcarían el inicio de otro capítulo del género al lograr cambiar por completo la perspectiva de la sociedad, lo que generó un impacto masivo que no solo sumó nuevos fanáticos, también abrió la puerta a convertirlo en el género más rentable de la industria. Y como este artículo tiene como enfoque el impacto del superhéroe más icónico de Marvel, es deber de su autora hablar de Sam Raimi y su propuesta cinematográfica de Spider-Man (2002).
En un mundo en el que la imagen generada por computadora (CGI) empezaba a cambiar la forma de ver los contenidos audiovisuales, esta versión del superhéroe interpretada por Tobey Maguire recordó a la audiencia la razón por la que Spider-Man es una de las figuras más importantes de la cultura popular. La presentación de un héroe más complejo, una visión en la que íntimamente lucha y se frustra por las dificultades y responsabilidades que acarrea ser un superhéroe y llevar “dos vidas”, sumado a un formato en el que los efectos especiales permitían sentir que era real lo que veía el público, terminó por coronar esta película del Hombre Araña como una de las más atesoradas de la historia. De esta forma, el espectador se sintió parte de la confrontación psicológica de Peter Parker y lo hizo cuestionarse qué habría hecho en su lugar. ¿Cuál fue el resultado de esta conexión personaje-espectador? La película más taquillera de su año.
Posteriormente, Spider-Man volvió a tener éxito
En otros formatos, como lo fue la serie animada The Spectacular Spider-Man (2008), la exitosa y ganadora del Óscar Spider-Man: Into the Spider-Verse (2018) y, aunque todavía genera debate en la actualidad, la interpretación de Andrew Garfield en el reinicio cinematográfico del personaje (The Amazing Spider-Man, 2012) con una versión más trágica del personaje que, en la opinión personal de la autora, ha envejecido bien, ya que ha recibido mejores críticas en la actualidad que al momento de su estreno.
Finalmente, el personaje recibe una tercera adaptación cinematográfica, esta vez en una nueva era de los superhéroes en el cine gracias al Universo Cinematográfico de Marvel, que ya acumulaba éxitos en taquilla, pero no terminaba de presentar a su personaje más icónico dentro de este nuevo universo. Con la llegada de la versión de Tom Holland, Spider-Man regresa a la palestra con más fuerza, construyendo desde su introducción en 2016 lo que hoy resultará en una de las películas más ambiciosas de Marvel.
El impacto sociológico de Spider-Man en múltiples generaciones
Para muchas personas de la industria, crear tantas versiones de un personaje es un arma de doble filo. Sin embargo, aunque es un debate que todavía continúa, Spider-Man ha logrado mantener a sus seguidores fieles al personaje en cada producto del que es protagonista.
La principal razón ya fue expuesta en este artículo. Es un personaje humano, único al momento de ser creado. Comete errores, se cuestiona a sí mismo y tiene los mismos miedos que cualquier persona de su edad. Goza de un humor agradable, del tipo de personas que quieres mantener en tu vida cotidiana. En la actualidad, esas características podrían ser atribuidas a otros superhéroes jóvenes (y el universo cinematográfico ha colaborado con humanizarlos más), pero Spider-Man tiene una ventaja: fue el primero en ser así. Su primer impacto fue ser una novedad con la que rápidamente se identificó el espectador.
¿Y después qué pasó? Una cosa llevó a la otra. Spider-Man se convierte en un personaje perfecto sin ser, en efecto, un hombre perfecto. Tal como lo definió IGN en 2012: “Es el héroe entre héroes, la culminación de casi todos los que le precedieron (…) Ni muy caliente ni muy frío: Spider-Man es perfecto”.
Con esta concepción, Peter Parker termina convirtiéndose en el personaje que acompaña a la audiencia más joven en su etapa más indecisa, permitiéndolos disfrutar de sus hazañas heroicas mientras falla como ser humano, tal como ellos en sus propias vidas.
¿Cómo se mide su impacto?
Basta con verlo convertirse en uno de los productos culturales más rentables de la historia. Cómics, series de televisión, películas, videojuegos, juguetes e incluso alimentos con Spider-Man como imagen han formado parte de las vidas de seis décadas generacionales que han crecido con una versión propia del personaje que no deja de perder la esencia humana que lo caracteriza.
En 1962 su introducción a los cómics fue novedosa, en 2002 su presentación en el cine fue exitosa y hoy, en 2021, Spider-Man vuelve a marcar un hito en la cultura popular en un contexto global mucho más complejo, en el que los cines sufren las consecuencias económicas de una pandemia que cerró las salas durante más de un año, logrando un nuevo récord de preventa que no se veía desde antes de la cuarentena con Avengers: Endgame (2019). Con una película que representa todo el éxito de Spider-Man, agrupando en un solo lugar a los fanáticos de todas las generaciones que han seguido al personaje y, especialmente, a los seguidores de sus respectivas versiones cinematográficas.
No es coincidencia que una figura tan imperfecta tenga el poder de provocar tres hitos históricos de gran magnitud en la industria de los superhéroes. La mayoría de las personas suele conectar con los personajes humanos, aquellos que les recuerdan que el fracaso es parte del proceso. Spider-Man continuará siendo parte de la cultura de masas, con nuevas versiones del personaje como Miles Morales, pero sin dejar atrás la autenticidad que lo caracteriza y el recordatorio de que, aunque seamos seres imperfectos, siempre podemos elegir aportar al mundo que nos rodea como el amigable vecino Hombre Araña.
Autor:
Janeth De Gouveia
Licenciada en Comunicación Social, mención Corporativo. Apasionada por todo lo que me permita comunicar en diferentes formas: branding, gestión de redes sociales, relaciones públicas, fotografía y diseño gráfico.
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