UNU-WIDER publicó un informe, el viernes 12 de junio, en el que indicó que el COVID-19 podría sumir a 395 millones de personas adicionales a la extrema pobreza y elevar la cantidad de personas que viven con menos de 1,90 dólares al día a nivel mundial a más de 1.000 millones.
Incluso, uno de los autores del informe, Andy Summer, dijo:
“El panorama para los más pobres del mundo parece sombrío a menos que los gobiernos hagan más, y lo hagan rápido, y compensen las pérdidas diarias de ingresos que enfrentan los pobres (…) El resultado es que el progreso en reducción de la pobreza podría retrasarse 20-30 años y hacer que el objetivo de la ONU de terminar con la pobreza mundial parezca un sueño imposible”.
De hecho, el Banco Mundial anunció, el lunes 8 de junio, que esperaba que entre 70 y 100 millones de personas a nivel mundial se dirigieran hacia la pobreza extrema producto del COVID-19.
¿Cuáles son las consecuencias económicas y laborales de la pandemia en el mundo?
Una investigación realizada por el King’s College de Londres y Australian National University afirmó que la pobreza mundial iba a cambiar su distribución geográfica. Al mismo tiempo, destacaron que la misma iba a elevarse dramáticamente en los países en desarrollo de ingresos medios.
Por consiguiente: Bangladesh, India, Indonesia, Pakistán y Filipinas fueron considerados los más vulnerables a las consecuencias del COVID-19 en su economía. Millones de sus ciudadanos viven por encima de la línea de la pobreza y en condiciones precarias.
Según el reporte publicado por University World Institute for Development Economics Research 700 millones a 1.100 millones de personas comenzarán a formar parte de la pobreza extrema.
Los investigadores incitaron a un “liderazgo global urgente” para solucionar la crisis. “Se necesitan priorizarse tres acciones: primero establecer una comisión global de respuesta rápida a la pobreza y al COVID-19 que esté encabezada por un líder mundial; a fin de identificar el nivel de financiamiento requerido y lo que las naciones ricas pueden hacer para ayudar”.
Añadieron: “Segundo, deben liberarse fondos rápidamente mediante la expansión de la actual moratoria al pago del servicio de deuda concedido por el Fondo Monetario Internacional (FMI) a todos los países en desarrollo y congelando los pagos al Banco Mundial, al menos, hasta el final de 2020 y posiblemente hasta 2021. Hasta que la crisis disminuya será necesaria o incluso inevitable la reestructuración o cancelación total de la deuda para algunos países en desarrollo”.
No obstante, existen pocas esperanzas de que esto se cumpla luego de que se postergara la cumbre del G7, programada para el 10 al 12 de junio en Estados Unidos. Incluso, el presidente estadounidense, Donald Trump, detalló que desea realizar una reunión más amplia en septiembre en la que se incluirá a los líderes de Rusia, Australia, Corea del Sur e India.
Es importante decir que al comenzar la pandemia la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y el Fondo Monetario Internacional advirtieron que el COVID-19 iba a reducir el crecimiento económico mundial para este 2020. Además, el Fondo Monetario Internacional destacó que se daría una recesión mundial del 3% en el 2020 y un repunte del 5,8% en el 2021.
¡El Coronavirus dos pandemias en una!
La pandemia COVID-19 trajo consigo la suspensión de miles de trabajadores por la paralización de gran parte de las actividades económicas en el mundo. Muchos países se han visto afectados por la caída de las recaudaciones y el aumento del gasto por la implementación de programas de apoyo para sus ciudadanos más vulnerables. También, han tenido que aumentar su inversión en el sistema sanitario para poder atender la crisis.
Francia, Venezuela y otros países, por ejemplo, suspendieron el pago del alquiler y de las facturas de la luz, gas o agua. El propio Estado se hará cargo de pagar los créditos bancarios de la gente que no pueda asumirlos por culpa de la epidemia.
La reserva federal de Estados Unidos (FED) ha realizado una expansión monetaria de varios miles de millones de dolares y no ha desestimado continuar la emisión de moneda, esto ha ayudado al gobierno nacional a subsidiar a las familias estadounidenses, compra de deuda de empresas y dar equilibrio a la bolsa de valores de Wall Street para evitar un colapso. Pero todo esto puede crear una espiral inflacionaria y una perdida de poder adquisitivo del dolar.
Entre tanto, al iniciar la pandemia COVID-19, el precio del barril de Brent (el crudo de referencia en Europa) cayó más de un 9%: y su preció actual fue de unos 30 dólares por barril; niveles que no se veían desde hace 16 años.
Siendo las cosas así, resulta claro que el COVID-19 está dejando lecciones marcadas en las memorias de sus gobiernos y ciudadanos. Por ello, Shiller insiste en que las pandemias son reales y hay que estar preparados para la próxima.
