2020 del preludio de la pesadilla al peor año de una era

sucesos del año 2020
año 2020 sucesos

Las dos primeras semanas del año 2020 significaron el preludio de lo que se venía, Australia se quemaba, Indonesia se inundaba, Canadá se movía a ras de un terremoto, Irán versus EEUU batiéndose en relaciones políticas y estratégicas a partir de la caza de Qasem Soleimani  y caso adjunto del líder de Alcaeda; Qasem al Rimi, más allá, Federer versus Greta Thumberg en relaciones públicas por el cambio climático, sismos en México, «nubes de terremotos», el koala siendo proclamado casi extinto, en dichas dos semanas también cayó una bola de fuego al océano, no se sabe de donde cayó, especulaban los diarios del momento en razón sensacionalista, de igual manera erupción volcánica en Alaska, coyunturas disímiles en varios países, eventos varios y con todo y esto se solapaban los informes que la OMS ya había realizado en el mes de diciembre en razón de la negligencia que el gobierno de China había cometido en Wuham sobre un impensado y prácticamente desconocido coronavirus, para la fecha.

incendios en austrialia

Hoy, iniciando junio, poco más se podría agregar, y ese poco más tiene un cribaje que se transcribe en las revueltas que se viven en los Estados Unidos.  ¿Se han preguntado ustedes por qué todo esto está pasando? ¿Cuánto pesa lo que fue? ¿Cuánto pesa lo que es? ¿Cuánto pesa lo que será?

Lo que fue se puede traducir en una era de racismo y desigualdad institucional, social, y política que vio 246 años de esclavitud (Cochran, 2001), una donde cada habitante estadounidense blanco podía tener como propiedad a 20 esclavos o más (Otto H. Olsen [diciembre de 2004]. «Historians and the extent of slave ownership in the Southern United States») una que apenas viene haciendo conquistas en relación a la historia de la humanidad, pero una que en lo cultural sigue siendo intraducible por más que ayer hayamos despegado hacia Marte.

Lo que es, no siempre es lo que parece, la muerte de Floyd, como la famosa supuesta frase que María Antonieta de Austria («…si el pueblo tiene hambre […], ¡pues que coma pastel!»)  Enunció y que resultó ser el detonante para que se diera la revolución francesa, son siempre eso, detonadores. Que Floyd tenga un historial delictivo es irrelevante para el caso ya que tampoco le detuvieron en flagrancia, caso aparte la autopsia re-confirmada demostró que en efecto, sí murió por asfixia, aunada a su condición cardiópata, no obstante, ocho minutos en que un hombre esposado repitió que no podía respirar y describía síntomas de ataque cardíaco (dolor de estómago y cuello), ocho minutos de súplicas ignorados no tienen justificación de ningún tipo. Es en ese tramo donde los vídeos que recorrieron el mundo se cristalizan en eso, indignación. Lo que es, también se aprecia en el más vil y penoso oportunismo por parte de reaccionarios pero también por parte de la misma comunidad.

protestas en estados unidos

Lo que será se puede traducir en realidad en desesperación e incertidumbre. No por el encierro de la cuarentena únicamente, desesperación e incertidumbre por la recesión económica que aún no ha empezado a asomar su verdadero rostro, no saber qué seguirá deparando este nefasto año. También por falta de lo mismo de siempre: lucidez, liderazgo para canalizar toda esa ira que a la larga siempre termina en lastre.

El ethos norteamericano clama también por un cambio de paradigma. Lo primero es sacar al racismo del juego. Esta es otra era. Es el phatos de la indignación el protagonista. Hace cincuenta años quizá la policía podía asesinar impunemente a un ciudadano de color y solo Detroit se paraba. Hoy días diferentes son, lo volvieron hacer y la cardiomegalia ha hecho que por primera vez el país más poderoso del mundo se detenga.

Curiosamente la turbulencia o la espiral de acontecimientos ocurren justamente en el momento menos álgido de la COVID-19​, o al menos el momento de reinicio o culminación de facto de la cuarentena después de casi tres meses, y sobre todo, en las elecciones presidenciales en EE.UU, también, en medio de lo que significó la inauguración de la era de los viajes espaciales comerciales con el lanzamiento de la nave Crew Dragon por parte de la NASA y SpaceX con destino a la Estación Espacial Internacional. Comprendiendo el éxito que resultó todo aquello y notando que la sonda tendrá que estar ciento diecinueve días acoplada a la Estación Espacial Internacional (sus escudos no están preparados para aguantar más) Doug Hurley y Bob Behnken estarían de regreso este mismo otoño, otoño que será testigo de lo que el invierno pueda acarrear con un posible máximo punto de virulencia del mismo ente (o replicador) que prácticamente cambió nuestra visión del mundo y la forma en cómo vivíamos antes de su llegada; por tratarse de su estación predilecta de foco, no obstante, han sido los efectos benefactores que han traído consigo la disciplina social y la cuarentena por sí misma, quienes aparentemente, nos han hecho sobreponernos ante tal contingencia de escala global jamás antes vivida.

donald trump space x

Algo sí es seguro, en medio de toda traílla tragicomédica no podrá faltar el meme y el eslogan para no intentar saturarnos de una angustia pecaminosa que en siglos anteriores nos llevaba a asegurar como Leibniz que, vivíamos en el mejor de los mundos posibles y que en este las cosas a razón de mayores armas y mayores poderes en la interacción del hombre con la materia (cultura) hallemos simplemente inaceptable no procurar exigir uno mejor. Es que en este, como bien dice Susan Flores, “El siglo XXI y la instrumentalización ya no de la tecnología y la información sino de la forma en cómo las masas encuentran la comicidad, o de lo cómico (¿si notaron que el meme o lo gracioso del grupo Anonymous duró solo 24 horas?) Nos empieza a identificar como sociedad” también nos queda recurrir a lo caótico para organizar una paz deforme, un desdén por la forma y una sed incalculable por el consumo al efecto y al espectáculo.
Ahora se abre la pregunta ¿es 2020 — por todos los cambios forzados y medidas que implicó los primeros seis meses — el peor año de toda una era? A ver, es la primera vez en la historia de la humanidad que el mundo se paraliza de este modo.  Nunca antes pasó algo similar. ¿Qué otros hechos podrían siquiera acercársele? En simultaneidad se duda que alguno. A ver, se viene a la mente cuando la peste negra arrasó casi la mitad de la población europea entre 1347 y 1353, pero ni eso bastó para que cerraran el canal de la seda, o la segunda guerra mundial, porque pensar en el crack del 29, el desastre de Chernobyl, o en el atentado de las torres gemelas, es insuficiente. Ninguno de estos hechos generó una paralización a escala global similar a la que hoy vivimos, sobre todo con el marco jurídico que hoy nos remite.

Hablamos de una iniciación; una que empezó con la cuarentena, una iniciación en pos de la razón absoluta versus la sobreposición del otro, el otro, que por primera vez no fue un semejante sino un virus ARN monocatenario positivo de unos 200 nanómetros. Es curioso ¿no?, pero esto hasta hace acordar al primer canto de La Ilíada: «La peste y la cólera», donde Aquiles se enoja con los Mirmidones porque se van de fiesta a pesar del anuncio del consejo de Agamenón que ordenaba quedarse en casa para no contagiarse y contagiar. También resulta casi surealista el cómo se viene viviendo este fenómeno mundialmente; los remilgos cotidianos, las ocurrencias, la efervescencia a flor de piel o las quejas mancilladas de quienes simplemente no pueden vivir sin hacer porque ese hacer diario es el que les ofrece el pan de cada día, también de una oportunidad para la era del pos-trabajo, a escena algo así pareció vivirse. INTERNET como la oficina y la mano de obra de las fuerzas ya no físicas sino intelectivas e intelectuales como el bastión para ganarse la vida. Los filósofos y literatos del momento pronosticando bichos como la oportunidad ideal para hacer el comunismo (Zizek), el estado totalitario o el panóptico opresivo (Agamben, Byung-Chul Hang), o incluso que absolutamente nada pasará, o que todo seguirá siendo igual (Houellebecq, Vargas Llosa).  Abadías aparte se vieron medidas que rayan con una solidaridad romántica, por ejemplo a Macrón omitiendo los impuestos, Cristiano Ronaldo colocando sus hoteles como hospitales gratuitos, Pornhub ofreciendo cuentas gratis para que la gente se quede en casa (como si no hubiera ya toda una red de pedofilia y trata de blancas en todo ese asunto), Movistar obsequiando sus servicios satelitales, a lo sumo miles de códigos libres para videojuegos, películas, y los más prestigiosos museos e enciclopedias de todo orbe ofreciendo dicha solidaridad con el acceso virtual para todos (algo muy lindo, claro está), y cientos de medidas más, justo cuando todo se veía cuesta abajo.

La ciencia demostró cuál era la vía ideal, y hacer el tiempo que se hizo (cuarentena igual a medida paliativa), mientras se trabajaba en la vacuna y se desarrollaba una inmunidad, era la única vía que teníamos para luego integrar al SARS-Cov2 a la larga lista de virus que conviven con nosotros (certeza), conociendo su manejo y su próxima inofensividad como virus atenuado, sin embargo aún no hemos vencido y seguimos a la expectativa aunque todo reinicie, el caso Italia no puede volver a repetirse.

Evocando a Susan Flores nuevamente: «solidaridad, empatía, colaboración. Menos miedo y más voluntad» fue el grito que se impuso, fue el grito que venció aún a pesar del desconocimiento que teníamos para vivir en casa junto a nuestros seres queridos y dedicar y hacer lo que se pudiera en un momento de aparentes vacaciones no deseadas. Este tiempo nos dejó esa lección, que no tenemos que cuidarnos de otros, que el otro era eso: La COVID-19, tenemos que cuidarnos entre todos aunque lo que hoy pase en Estados Unidos, Venezuela, Argentina, México y Nicaragua nos diga lo contrario.

Cuando se haga una historia de la parrhesía, de la franqueza filosófica, del coraje de la verdad, será necesario incluir los discursos que iban por esta vía, ya que en ellos se explicita el lugar y la forma del decir veraz en buena parte del pensamiento, del pensamiento que Sócrates llamó bello, bueno y justo.

 

Sobre el autor:

Miguel Antonio Romero Hernández es médico cirujano (UNEFM) y licenciado en gestión social del desarrollo social (UBV).  Autor del libro “Siendo Joven me pregunto” (2007) cuando tenía apenas 15 años de edad, y del libro “Antología: Diferenciando al superhombre” publicado en la editorial Madriguera (2017). Preside la fundación Genial (2009-2015) lo que lo llevó a ser embajador para la paz por la FPU y ONU (artículo 4). Actualmente es el editor en jefe de esta revista digital, con aspiraciones a fondo editorial.

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